jueves, 10 de enero de 2013

Dinero mata carita, texto subido por Alberto Sladogna, psicoanalista,@sladogna

Bajo el título de “Soy feo, pero no lo soy” (Página 12, 10/01/2013) fue presentada esta reseña de un texto, más bien un resumen de un libro de Karl Marx. Es interesante observar como la frase coloquial del cotorreo mexicano: Dinero mata carita transmite un saber del colectivo sobre los efectos de un objeto que causa deseo, que incluso algunos consideran (¿Y por qué no?) que ese objeto llega a comprar los deseos, incluso se le atribuyen propiedades no solo afrodisíacas sino que también generaría la felicidad. 

Extraño, si las estadísticas sirven de algo, recordemos que los estudios sobre el tema arrojan el siguiente resultado: los habitantes de Sri Lanka, zona recientemente desbastada por un tsunami ,son a su vez, una de las poblaciones más pobres del mundo y al mismo tiempo son las más felices. Extraña paradoja la pobreza no solo se acompaña de miseria, sino también de pobreza ¿Qué nos enseña esa paradoja?


Hoy esta frase describe muchos movimientos en los políticos, en los partidos políticos, que de acuerdo a la propuesta de otro Marx realiza una variación de la frase popular: Aquí tengo estos principios pero si no le gusta, tengo otros que ofrecer.

Aquí el texto de Karl Marx*:

El dinero, en cuanto posee la propiedad de comprarlo todo, en cuanto posee la propiedad de apropiarse de todos los objetos es, pues, el objeto por excelencia. La universalidad de su cualidad es la omnipotencia de su esencia; vale pues como ser omnipotente. (...) Lo que mediante el dinero es para mí, lo que puedo pagar, es decir, lo que el dinero puede comprar, eso soy yo, el poseedor del dinero mismo. (...)

Lo que soy y lo que puedo no están determinados en modo alguno por mi individualidad. Soy feo pero puedo comprarme la mujer más bella. Luego no soy feo, pues el efecto de la fealdad, su fuerza ahuyentadora, es aniquilada por el dinero.

Según mi individualidad soy tullido, pero el dinero me procura veinticuatro pies, luego, no soy tullido; soy un hombre malo, sin honor, sin conciencia y sin ingenio, pero se honra al dinero, luego también a su poseedor. El dinero es el bien supremo, luego es bueno su poseedor; el dinero me evita, además, la molestia de ser honesto, luego se presume que soy honesto; soy estúpido, pero el dinero es el verdadero espíritu de todas las cosas, ¿cómo podría carecer de ingenio su poseedor? (...)

El dinero en cuanto medio y poder universales (...) para hacer de la representación realidad y de la realidad pura representación, transforma igualmente las reales fuerzas esenciales humanas y naturales en puras representaciones abstractas y por ello en imperfecciones, en dolorosas quimeras, así como, por otra parte, transforma las imperfecciones y quimeras reales, las fuerzas esenciales realmente impotentes, que sólo existen en la imaginación del individuo, en fuerzas esenciales reales y poder real.
* Fragmentos de Manuscritos: economía y filosofía; ed. Alianza, Madrid, 1984. Selección: S. O.

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