La supuesta cruzada nacional contra el hambre que inició ayer Enrique Peña Nieto con un show mediático en el municipio zapatista de Las Margaritas, Chiapas -que incluyó un nutrido acarreo de miles de personas- resultó al final una farsa.
Y es que datos de la CEPAL indican que en de los 40 millones 778 mil pobres que hay en México, 14 millones 940 mil indigentes (13.3% de la población), cantidad mayor a la media de América Latina, la cual es poco más de 11%.
Pero la supuesta cruzada contra el hambre sólo ayudará a 7.4 millones de mexicanos. Es decir, a menos de la mitad de los que están en condición de indigentes.
Peor: Ni Peña Nieto, ni Rosario Robles, titular de la Sedesol, hablaron en sus discursos de presentación sobre generación de empleos para que la gente deje de ser pobre y pueda tener para comer sin que le tengan que dar una despensa.
A pesar de eso, Peña Nieto tuvo el descaro de decir que la cruzada nacional contra el hambre no es asistencialista.
¿No es asistencialismo dar despensas sin generar empleos?
Claro que lo es. Y el PRI así lo prefiere, ya que al mantener pobres a 7.4 millones de mexicanos se les facilita comprarles el voto con una tarjeta de Soriana, como hizo Peña Nieto en 2012.
Cínicos.
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