Siempre de es digno de reconocimiento cuando un político no sea hace rico en el cargo. Del partido que sea. El caso más notable es el de Andrés Manuel López Obrador, en la izquierda.
En el PANpuedo decir que no vive de haberse hecho rico en el cargo de diputado local Alfredo Vinalay. Y en el PRI, lo que parecía imposible, ahora me entero que sí pasó: un priísta que no se hizo rico en el cargo.
Se trata de Antonio Oliveros Leyva, aún alcalde en funciones del municipio de Temamatla, Estado de México, quien está a punto de dejar el cargo tras cumplir con su periodo de 3 años.
De acuerdo con Reforma, desde hace 6 meses Oliveros retomó las actividades que llevaba a cabo desde hace décadas en la cochera de su casa: atender su puesto de tacos de barbacoa.
Lo hace ayudado por su esposa, quien es aún presidenta del DIF municipal, por sus hijas y su hermana.
En las elecciones pasadas el partido Movimiento Ciudadano ganó la elección de presidente municipal de Temamatla. Se podría decir que es un reflejo del desempeño de Oliveros, pero yo más bien lo veo como un reflejo del desempeño de Eruviel Ávila.
Al margen, el hecho concreto es que en vez de haberse convertido en parte de la llamadas "gran familia revolucionaria" (que son los priistas que salen de sus cargos forrardísimos de billetes, como Enrique Peña Nieto) simplemente regresa a ser taquero.
Sea del partido que sea, como dije, eso es digno de reconocimiento. Qué lástima que los priistas de hasta arriba sean lo contrario. Particularmente los del Estado de México, como GerardomRuiz Esparza, quien ha sido funcionario público desde Echeverría y no se explica cómomes que su junior anda pormel mundo en jet privado, presume estancias en hoteles de lujo y viajes a Las Vegas, se toma fotos manejando un Ferrari.
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