La visita de Enrique Peña Nieto a la Casa Blanca no tiene ningún sentido. No es presidente, no ha tomado protesta, y técnicamente no puede hacer ningún acuerdo con Estados Unidos de manera legal, ya que no tiene autoridad para hacerlo.
¿Para qué va entonces? Pues para tratar de legitimar el fraude que perpetró el primero de julio. Mire usted por qué:
En 2006 Felipe Calderón pretendió legitimarse por medio de una ridícula ceremonia de entrega de bandera que le fabricó Vicente Fox unas horas antes del primero de diciembre para tratar de engañar a la gente y hacerle creer que Calderón ya había podido tomar protesta cuando no era el caso.
Las giras que ha estado haciendo Peña Nieto a Europa y Centroamérica, y ahora a Estados Unidos y Canadá, tienen ese mismo objetivo: hacerle creer a la opinión pública que sí es presidente cuando no lo es.
En el caso de la visita a Washington, Barack Obama, de acuerdo con Reforma, sólo le va a conceder 15 minutos de reunión. Esa cantidad de tiempo es ridícula su la comparamos con la cantidad de tiempo que Obama le dio a la Canciller alemana, Ángela Merkel, el 7 de junio de 2011.
De acuerdo con whitehousedossier.com, la visita de Merkel a la Casa Blanca inició a las 9:15 de la mañana y terminó practicamente 3 horas después.
La pura reunión de Merkel con Obama duró una hora y 20 minutos más otros 39 de conferencia de prensa conjunta.
Más tarde se tomaron la foto oficial y luego tuvieron una cena oficial.
Para la reunión de Peña Nieto, los 15 minutos de reunión que le concede Obama son ridículos. Y nisiquiera está en la agenda de la Casa Blanca todavía ni se ha dado a conocer nada sobre alguna conferencia de prensa conjunta (por lo menos hasta el momento de escribir esta columna el domingo 25 de noviembre faltando 10 minutos para media noche) ni en el sitio oficial de la Casa Blanca ni los blogs de periodistas de Estados Unidos como whitehousedossier.com.
Eso lo que indica es que a Obama no le importaba realmente reunirse con Peña Nieto, y que quien buscó la reunión fue él.
¿Para qué? Obvio: para tratar de legitimarse. Pero Obama le dio apenas el mínimo de tiempo.
De ese tamaño es la debilidad de Peña Nieto. Y cree que Obama lo puede rescatar.
Pero Obama en realidad lo está haciendo quedar en ridículo.
Y lo cual augura que este sexenio será igual que el de Calderón: gris, lleno de intentos pueriles por legitimarse, mediocre, subordinado a Washington y lleno de ineptitud.
En otras palabras, le irá igual que a Calderón.
Claro, si la izquierda logra capitalizar la debilidad de Peña Niet para posicionarse políticamente y dejarle claro al electorado que si el PRIAN sigue en el poder, el país seguirá hundido.
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