El diario Reforma dio a conocer los detalles de una lujosa mansión que Javier Duarte de Ochoa, gobernador priista de Veracruz, adquirió por medio de su esposa, Karime Macías, unos meses después de ser designado secretario de finanzas de Fidel Herrera, en 2005.
La propiedad de 2 pisos, 6 recámaras y alberca se ubica en un club de golf de Arizona y tiene un valor de más de un millón de dólares.
Documentos del registro de la propiedad del Condado de Maricopa, donde se encuentra la propiedad, indican que la transacción de la propiedad se hizo el 29 de marzo de 2005 a nombre de la esposa de Duarte por diez dólares mediante un acuerdo suscrito ante la notario Patricia Feirick, siendo la vendedora Linda . Mickelson.
Dos años despúes, en 2007, dice el registro, la casa fue vendida por ¡diez dólares! a Jorge Ramírez, tío de la esposa de Duarte que tuvo cargos en la administración del priista.
Sin embargo, publica Reforma, el verdadero propietario de la casa sigue siendo Duarte y la ocupa con regularidad.
Y aquí no hay para donde hacerse. Están los registros de Arizona y son muy claros.
Sin embargo, y a pesar de que es un escandalazo, el sitio que solía ser pejista y ahora es peñanietista presentó esta información de tal manera que más bien golpea a Miguel Ángel Yunes Linares, quien dio a conocer la información, y hasta parece lavarle la cara a Javier Duarte.
Raro, puesto que cuando se trató de una acusación de que Yunes tiene una mansión lujosa, no buscaron defenderlo como sí buscaron defender a Duarte.
Que tampoco me extraña. Desde 2011 decidieron venderse al PRI y con particular esmero a Duarte.
Ah, es que desde Xalapa les estarían dando alrededor de un millón y medio de pesos al año para adularlo. Sin ese acuerdo monetario no tendrían el dinero que luego usan para despilfarrar en pendejadas.
De ahí también que le lambisconeen tanto a Enrique Peña Nieto: porque quieren que les de más dinero.
Risible, eso sí, que haya en ese sitio quien se diga de izquierda y hasta lopezobradorista, cuando en realidad a lo que ayudan es a engrandecer a Peña Nieto y a lavarle la cara a Duarte.
¿Cómo combatirlos? Fácil: no visitándolos, no siguiéndolos en redes sociales, no retuiteándolos, y denunciándolos por lo que son: unos farsantes y unos vendidos al PRI. Sin excepciones.
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