La teoría de conspiración llamada "Sionismo" es claramente una ficción y se ha documentado hasta el cansancio que su origen fue una sátira contra Napoleón III copiada palabra por palabra, pero para atacar a los judíos, y una novela escrita por un racista alemán de ultra-derecha -como mostramos en la primera parte de esta serie. Ambas publicaciones datan de la década de 1860. Mucho antes de que siquiera se pensara en la existencia del Estado de Israel.
La pregunta es ¿por qué creyó la gente en eso?
Estamos hablando de académicos, gente de clase media, y gobiernos. Todos supuestamente letrados y con un nivel de educación alto. ¿Por qué creyeron -y siguen creyendo- en esa patraña?
Dos razones. La primera es muy lógica: por falta de información.
La patraña del Sionismo fue inventada a finales del siglo 19 y se popularizó de nuevo después de la primera guerra mundial. En ese entonces sólo había tres fuentes de información masiva: libros, periódicos y revistas.
Fue precisamente por medio de esos tres medios que se difundió la teoría del conspiración del Sionismo. No había otras fuentes de información. Y ante la falta de información, la gente se la creyó.
Fueron pocas las publicaciones que refutaron, desmintieron y demostraron que era una patraña lo del Sionismo. Y nunca tuvieron la misma difusión que sí tuvieron las publicaciones que aseguraban que el Sionismo existía.
(Paréntesis: ¿no que los judíos controlaban a los medios según los Protocolos de Sión? Porque no parece.)
La segunda razón por la cual la gente lo creyó es mucho más grave: Lo creyeron porque quisieron.
David Aaronovitch, autor del libro Voodoo Histories: The Role of Conspiracy Thery in Shaping Modern History (Historias vudú: El rol de la teoría de conspiración en la construcción de la historia moderna), lo señala con claridad: La gente se creyó las fabricaciones sobre el Sionismo porque se ajustaba a los miedos y fobias de los tiempos.
Sí; a principios del siglo 20, cuando se difundió por todo el mundo la teoría de conspiración del Sionismo, el mundo empezó a cambiar de manera radical: el mundo se industrializó; el comunismo y los movimientos de izquierda empezaron a prender por todo el mundo; las mujeres pedían el voto; y en general las instituciones tradicionales, como la iglesia, las monarquías, y el imperialismo, empezaban a ser cuestionadas.
La derecha, los ricos y la clase media de ese entonces tenía dos opciones: aceptar los cambios que estaban ocurriendo en el mundo y entender que la humanidad evoluciona, o culpar a un chivo expiatorio para tratar de convencerse a sí mismos que todo es una conjura de intereses oscuros.
¿Adivinen cuál es la más fácil?
Antender que el mundo cambia no es lo que mejor sabe hacer la derecha. Y adaptarse menos. Por consiguiente, la salida fácil al miedo que les provocaban los cambios en el mundo era culpar presuntas fuerzas malignas de estar cambiando al mundo para así intentar detener los cambios.
Y la teoría de conspiración del Sionismo se ajustaba a la perfección como chivo expiatorio para intentar detener los cambios en el mundo.
La mentira del Sionismo le daba -y le sigue dando- a la derecha la manera de asustar a los que se dejen diciéndoles "¡son los malvados judíos los que están cambiando al mundo a su conveniencia!" Eso a pesar de que el Sionismo es una ficción ¡de mediados del siglo 19!
Al Sionismo -léase a los judíos- se les ha pretendido culpar de la Revolución Francesa; de los movimientos radicales del siglo 19; de la Revolución Soviética; de las 2 guerras mundiales y hasta de los atentados del 11 de Septiembre.
En el caso de la izquierda la teoría de conspiración del Sionismo fue adoptada porque para la ultra-mega-requete-mucha izquierda los malvados son los banqueros y los industriales apoyados por Estados Unidos. Y como según el Sionismo los judíos controlan a los bancos y al gran capital, y Estados Unidos son el enemigo número uno a pesar de que ya cayó el mudo de Berlín (y a pesar de que China tiene a EU agarrado de los huevos por su deuda) pues entonces el Sionismo se ajusta a sus propios prejuicios.
La realidad es que no hay tal. Ni los judíos controlan el sistema bancario (el sistema bancario es controlado por grandes empresas de todo el mundo, no de un sólo grupo), ni controlan a todas las grandes empresas (ni Carlos Slim, ni Bill Gates, ni Warren Buffet, los hombres más ricos del mundo, son judíos), ni todos los judíos están en las mismas condiciones socioeconómicas.
Por otro lado, la izquierda olvida -convenientemente- que una cosa es el GOBIERNO de Israel y otra muy distinta los judíos. Hablar de Sionismo por las acciones de Israel equivale a hablar de yunquismo en TODOS los mexicanos porque el PAN está en el poder.
Lo cual es una idiotez.
Peor aún: El mismo fenómeno que ocurrió en la Alemania Nazi, en el cual la gente se creía las teorías de conspiración del Sionismo porque presuntos expertos aseguraban su veracidad, ocurre también en la izquierda, en donde bajo el pretexto de criticar a Estados Unidos, nunca falta el "experto" en "geopolítica" que promueve el racismo disfrazado de anti-sionismo.
Y nunca falta el que se lo traga. De eso hacen negocio los charlatanes.
El problema es que si la izquierda no deja de creer en teorías de conspiración, nunca se va a poder enfocar en los verdaderos problemas que se supone que busca resolver, ya que en vez de buscar solución a las verdaderas causas de los problemas, se distraerá en perseguir fantasías.
Es es exactamente lo que la derecha quiere.
PD: En la tercera y última parte de esta serie, la cual se publicará dentro de una hora, hablaremos sobre cómo encaja la teoría de conspiración del Sionismo con el conflicto Israel vs. Palestina.
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