lunes, 22 de octubre de 2012

Por qué no creo en los expertos - Parte 1: La neurometría del engaño

Por Victor Hernández

Uno de los grandes problemas que tiene tanto la derecha como la izquierda, pero que la izquierda debería poder superar si quisiera quitarse de algunas telarañas mentales que le impiden crecer y derrotar a la derecha, es la fe a ciegas en sus "expertos."

Basta con que algún charlatán diga algunas consignas izquierdosas, o que publique algún texto en alguna publicación de izquierda para que la gente crea que "sí sabe" aunque en realidad le esté viendo la cara a la gente.

Es por eso que yo no creo en los expertos y es por eso que siempre cuestiono todo. Venga de quien venga. Porque de sólo así puede prevalecer el sentido común sobre la ignorancia.

No lo digo a la ligera. Tengo las evidencias que respaldan lo que estoy diciendo. Hacerle caso a expertos es el camino más rápido a dejar de usar el cerebro.

A continuación explico de qué estoy hablando.

Martin Lindstrom es un experto en marketing y uno de los pioneros en lo que se conoce como neuromarketing, estrategia que se vale de escanear el cerebro del consumidor para saber qué es lo que realmente le motiva a comprar un producto.

Lindstrom ha publicado dos libros sobre neuromarketing: Buyology (Comprología), y Brandwash (lavado de marca, aunque es un juego de palabras con la expresión para "lavado de cerebro.")

¡Ups! Dije que Lindstrom es un experto en marketing y que y no creo en los expertos. Lo sostengo. No creo en lo que dice Lindstrom sólo porque él lo dice. Creo en los resultados de las investigaciones que ha hecho.

Y es que el neuromarketing mide la actividad en diversas regiones del cerebro para saber qué es lo que está pasando en el cerebro del consumidor cuando ve un producto o un comercial.

Diferentes regiones del cerebro controla diferentes procesos mentales. Una región controla cierto tipo de emociones, otra controla memorias, otra la toma de decisiones, etc.

En Brandwash, Lindstrom menciona un estudio de neurometría llevada a cabo por el doctor Gregory Berns, especialista en neurometría y psiquiatría, en la Facultad de Medicina de la Universidad Emory.

En el estudio se le pidió a un grupo de voluntarios que tomaran una decisión financiera por si mismos. A un segundo grupo de voluntarios se les pidió que tomaran la decisión pero recibiendo consejos de un presunto "experto" en finanzas. El experto, sin que los voluntarios lo supieran, les dio consejos que les garantizaban que sus ganancias se reducirían.

A los dos grupos les escanearon el cerebro durante sus respectivas tomas de decisiones. El resultado fue alarmante: los voluntarios que recibieron consejos del "experto" practicamente dejaron de usar las partes del cerebro asociadas con la consideración de alternativas.

Es decir, cuando la gente cree que está recibiendo el consejo de alguien a quien percibe como un experto, deja de pensar por sí mismo y se ciega a lo que dice el presunto experto. Inclusive si le está mintiendo o le está dando consjeos dañinos.

Curiosamente, las zonas del cerebro responsables del escepticismo y del cuestionamiento también se apagan durante una actividad muy específica: cuando se reza.

O dicho de otra manera, la mmisma ceguera mental que la gente experimenta con la religión, la experimenta también al hacerle caso a "expertos."

Para los neurólogos que llevaron a cabo este estudio la conclusión es grave: hacerle caso a un "experto" puede perjudicar a quien le hace caso si el "experto" es corrupto o incompetente.

Como dije, eso pasa una y otra vez tanto en la derecha como en la izquierda. Por eso nunca falta quien le hace caso a "expertos" como David Páramo, quien dice saber de finanzas pero atacó a Andrés Manuel López Obrador diciendo no es como Luiz Inácio Lula da Silva porque "Lula privatizó el petróleo."

La realidad es que quien privatizó Petrobrás no fue Lula, sino el derechista Fernando Henrique Cardoso. Lula buscó la manera de recuperar la propiedad del Estado en Petrobrás.

¿Cómo? ¿No es David Páramo un "experto"?

En la izquierda también hay casos como el de Páramo. Cierto charlatán a quien llamaremos "el abuelo Munster" pretendió convencer a la gente de una teoría de conspiración haciendo uso de las declaraciones de un racista, sin siquiera invistigar quién era.

Es también responsable de propagar mentiras contra gente de izquierda simplemente porque lo critican.

Lamentablemente, no falta quien le haga caso por lo mismo que ya dije: por algunas consignas y algunas publicaciones dándole a sus fans atole con el dedo.

La izquierda, desde luego, debe deshacerse de esa telaraña mental de creer como dogma de fe lo que le dicen los charlatanes que se valen de un supuesto estatus de expertos. En la derecha la justificación es que "el que obedece no se equivoca" (Yunque dixit), pero en la izquierda, donde se supone que somos progresistas y cuestionadores no deberíamos caer en ese tipo de trampa mental.

En vez de apagar el cerebro -y ya les mencioné la evidencia científica que así lo demuestra- la izquierda debería prenderlo inmediatamente cuando alguien les trata de vender que lo que dicen es ley simplemente por fama o por estatus o por una percepción falsa de una autoridad que no tienen.

Porque los charlatanes que hacen eso son los que representan a la peor corrupción: aquella en la que se engaña a la gente para aprovecharse de su ingenuidad para fines personales.

(Continuará)

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