lunes, 22 de octubre de 2012

Estatua parlante ¿De qué habla?, texto subido por Alberto Sladogna, psicoanalista,@sladogna



El día 21 de octubre, en la sección de "opinión" del periodico El Universal, un amigo Jean Meyer escribió un texto titulado ¿Una estatua para “El Negro” Durazo?

Jean Meyer fue quien abrió para mi el horizonte que en juego cuando José de León Toral ejecutó en el restaurante La bombilla, San ángel, al Gral álvaro Obregón, quien en ese momento era el presidente re-electo. Es sabido que ese magnicidio -descabezar la conducción del gobierno y del estado,deja al gobierno en estado acefalo. Paradojas: se deja acefalo al gobierno, y en ese momento, Álvaro Obregón para la familia revolucionaria se convierte en el falo único, el UNO, que les permitió construir el actual PRI. Extrañas cuestiones de la historia: el PRI se fundó a partir de un magnicidio y perdió el gobierno a partir de otro magnicidio que cometió Aburto al ejecutar al candidato Luis Donaldo Colosio.


Este domingo Jean Meyer hace un comentario -da su opinión- sobre el emplazamiento de una estatua en el Distrito Federal, estatua revelada por el Lic.Marcelo Ebrard. Jean Meyer nos permite escuchar eso que esa estatua habla, pese a su presencia petrea no deja de hablar de cuestiones actuales de la política del espectáculo al margen de las voluntades conscientes del Lic. Ebrard. La estatua a un señor de la mafia y de la guerra, Heydar Aliyev (1923-2003), es un signo. Los signos representan algo para alguien, los signos permitan desplegar las palabras que el signo porta para otros.

Una parte del discurso de la estatua lo hace conocer Jean Meyer de entrada, con el solo el título a su nota ¿Una estatua para “El Negro” Durazo?, publicada en el periódico El Universal, del 21 de octubre del año 2012.Aquí están algunos fragmentos de la nota tomada de esa fuente, periódico El Universal, del 21/10/2012, sección "Opinión".

 ¿Una estatua para “El Negro” Durazo?, por Jean Meyer

Propongo que las autoridades del Distrito Federal levanten una estatua al Negro Durazo en la esquina de Paseo de la Reforma y Gandhi, lugar transitado por millones de turistas. ¿Por qué? Para sentarlo al lado del benefactor póstumo de nuestra ciudad, cuya horrible estatua fue inaugurada por Marcelo Ebrard. Si no les gusta El Negro Durazo, propondré a Gonzalo N. Santos, señor de horca y cuchillo, cacique de San Luis Potosí, o a otro matón nuestro, porque nuestro no es el déspota, señor de bienes y vidas en Azerbaiyán, tanto en tiempos de la URSS, como después, hasta su muerte en 2003.


¡Ah! Se me olvidaba su nombre, y decir que dejó en herencia a su hijo la pobre república; pobres sus habitantes, riquísimos sus oligarcas que gozan del petróleo. La capital, Bakú, ya era un emporio del oro negro antes de la Revolución mexicana… Los veneros del diablo siguen envenenando a este hermoso y desdichado país. ¡Caray! No les he dicho cómo se llama el héroe de bronce que instaló Marcelo Ebrard en un paseo habitado por nuestros héroes, civiles y militares, del tiempo lejano de la Reforma, más recientemente honrado por la presencia inmóvil de Churchill, Tito, Colosio; Roosevelt no está lejos, Gandhi tampoco. Es un insulto a su memoria, instalar en el mismo espacio cívico a… Heydar Aliyev (1923-2003), que en paz descanse.
Jean Meyer comienza a desplegar el discurso que esa tal estatua pronuncia como signo:"
Resumo lo que publiqué en La Perestroika (FCE, 1991) y en Rusia y sus imperios. Nuestro héroe —ya lo hicieron nuestro— empezó su carrera en el KGB en 1944; de 1969 a 1982 manda en su país natal, se hace rico, con la mafia azerí, y compra la simpatía de Brezhnev —hay un diamante famoso—; en premio, recibe su nombramiento al Politburó de la URSS y al ministerio de Transporte y Servicios Sociales. En 1987 Gorbachov lo corre por corrupción. Se refugia en su país y provoca, con la ayuda de la mafia, las masacres contra los armenios, para desestabilizar a su odiado Gorbachov. Cuando cae la URSS deja de ser comunista y se vuelve nacionalista. Aprovecha un golpe militar para llegar a la presidencia en 1993 y no soltarla nunca. Le reconozco el mérito de haber firmado, en 1994, una tregua con la vecina república de Armenia, que puso fin a una larga guerra, que había empezado en 1988: 30 mil muertos en ambos países, más de un millón de desplazados."

Para leer el conjunto de la nota le sugirio ingresa a este link http://www.eluniversal.com.mx/opinion/v3/e40.html



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