De esto nadie dijo nada en los medios en México, pero hace dos días hubo una conferencia en Los Ángeles California organizada por el ex gobernador de Nuevo México, Bill Richardson, y el alcalde de Los Angeles, Antonio Villarraigosa en donde estuvo presente el embajador panista de México en Estados Unidos, Arturo Sarukhán.
Lo que llamó la atención es que los tres se pusieron a decir que no había problema con que regresara el PRI al poder. Sarukhán dijo que con el PRI no regresará la corrupción, y Richardson dijo que Enrique Peña Nieto es un "reformador" y que "los dinosaurios murieron."
La clave de esta lambisconería fue la declaración de Villarraigosa, quien declaró que si el candidato Republicano Mitt Romney gana las elecciones presidenciales, habría una regresión en la política bilateral.
Y es que tanto Richardson como Villarraigosa son Demócratas y claramente están haciendo campaña a favor de la reelección Barack Obama.
Esto quedó claro cuando Richardson dijo que Republicanos texanos, quienes, dijo, "continúan demonizando al país (México), poniendo a Texas en una tremenda desventaja. Sólo cuando estos temas no sean explotados para ganancia política podremos expander nuestra relación con México."
Lo que pasa es que los Demócratas saben que con Peña Nieto regresará la corrupción a lo grande, y probablemente los acuerdos con los cárteles de la droga.
Los Demócratas saben también que los Republicanos pueden usar a Peña Nieto, y lo que representa el regreso del PRI al poder, para seguir impulsando una política de muro fronterizo, de deportaciones y de xenofobia contra los mexicanos como parte de su plataforma presidencial y legislativa en las elecciones de noviembre.
Barack Obama, por su parte, impulsa una política de reforma migratoria y busca atraer el voto latino. Pero si los Republicanos usan a Peña Nieto para atacar a Obama diciendo que le va abrir la puerta a la corrupción del PRI, podría costarle votos a Obama con los hispanos que detestan al PRI -porque se acuerdan de lo que representa- y con los votantes conservadores moderados.
Es decir, Enrique Peña Nieto podría costarle a Obama la reelección. Y la lambisconería que mostró Richardson es meramente por tratar de impedir una fuga de votos para Obama, no porque realmente lo crea.
Yo lo que le sugeriría a Richardson y a Villarraigosa es que no estén tratando de lavarle la cara a Peña Nieto ni de defender lo indefendible. Simplemente deben ser firmes y decir que no permitirán que la violencia en la frontera se desborde a Estados Unidos. Punto. Y que una cosa es el PRI y otra los mexicanos.
De lo contrario, si siguen defendiendo a Peña Nieto para que Obama no pierda votos, van a acabar causándole un problema electoral más grande que el que quieren evitar.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario