Dice Reforma que el ex candidato presidencial priista Enrique Peña Nieto va a presentar ante el congreso una iniciativa contra la corrupción para castigar con cárcel a los corruptos.
Pero eso es una pantomima. La corrupción ya era delito grave antes del sexenio de Salinas, quien cambió la ley para que no lo fuera, y aún así había corrupción simplemente porque el PRI se hacía de la vista gorda.
Por ejemplo: ¿Cómo vamos a creerle a Peña Nieto que va a combatir la corrupción si primero defendió a Tomás Yarrington, y luego solapó la opulencia de Carlos Romero Deschamps alegando que había "trabajado" por los trabajadores de Pemex?
O cómo le vamos a creer si el junior de su colaborador Gerardo Ruiz Esparza presume viajes de lujo en jet privado por el mundo?
¿O cómo le vamos a creer al propio Peña si no ha dicho cuánto cuestan ss propiedades y cuánto dinero tiene en el banco?
¿La ley que propone va impedir que los contratistas del gobierno le den una mochada al alto funcionario que los hizo posible como en el caso de Néstor Moreno Díaz?
Vaya, al director de tránsito de Peña lo grabaron dando diciendo cuánto cobrarle a rateros de microbús para que pudieran robar a los pasajeros. ¡Y no lo despidió!
El problema, entonces, no es tanto la falta de leyes, sino que para el PRI la ley es letra muerta.
Se trata, pues, de atole con el dedo para creamos que Peña es lo que no es: limpio.
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