El viernes pasado, cuando el TEPJF convalidó el fraude electoral que perpetró, Enrique Peña Nieto hizo una declaración que debió haber prendido focos rojos en la oposición. Dijo que ejercería una presidencia “moderna”.
Los que tengan menos de 25 años no lo recuerdan, pero ese fue precisamente el lema de gobierno de Carlos Salinas de Gortari desde su campaña presidencial en 1988: la "modernidad".
El problema es que el discurso de la "modernidad" en la derecha siempre ha sido un engaño.
Cito para respaldar lo que afirmo algunos fragmentos de un artículo de Víctor Alarcón Olguín y Francisco Miranda López titulado "Salinas de Gortari: ¿el discurso político de la modernidad?" que data de 1988 y que fue publicado por la Universidad Autónoma Metropolitana:
"El discurso de la modernidad vuelve ahora a ocupar un lugar importante dentro de las preocupaciones intelectuales, económicas y políticoideológicas del mundo contemporáneo... el proyecto de la modernidad ha sido planteado, desde la última década, en el marco de una connotación unívoca. Pero a la fecha los estragos han sido mayores que los beneficios, lo que ha generado una protesta social que avanza trastocando el régimen político."
Traducción: Nos quieren vender el cuento de la modernidad pero en vez de beneficiarnos nos ha perjudicado y eso ha causado protesta social.
Sigue el artículo:
"En esas circunstancias, y particularmente en la coyuntura de cambio degobierno, la élite gobernante tuvo que rearticular el discurso matizando en diversas formas la propuesta de modernidad.
"Esos son los matices formulados por el candidato del partido oficial a la presidencia de la República, hoy presunto candidato electo. Condensado en un amplio discurso político, el proyecto de la modernidad, en Salinas de Gortari, viene secundado por un eje activador de lo social: la política moderna."
Los que tenemos memoria histórica sabemos en lo que consistió esa "política moderna": Privatizar bienes del estado a precios risibles, aumento de la pobreza, despojo, corrupción, asesinatos políticos y de plano una insurrección armada en Chiapas.
A todo eso Salinas le quiso llamar "modernidad" e inclusive publicó un libro en 2000 titulado "México: Un paso difícil a la modernidad" defendiendo el desastre que fue su sexenio.
Y ahora nos pretenden recetar la misma patraña de la "modernidad" por medio del espurio Enrique Peña Nieto. Es decir, más salinismo.
Ahora bien, al parecer ni los priistas ni los medios saben lo que significa "modernidad." La palabra ha sido usada para tratar de dar a entender una situación de supuesto avance tecnológico.
La realidad, si nos apegamos a la definició de eruditos como Umberto Eco, la modernidad no es otra cosa más que el presente. Lo que se hace hoy. Contrario a lo tradicional, lo que ya se ha hecho.
En sí, "modernidad" no es avance, sino continuidad de sistemas que ya dejaron de ser novedosos.
Lo verdaderamente novedoso; lo que cambia la manera en la que suceden o se hacen las cosas es lo postmoderno.
Y según Eco, lo postmoderno ocurre en el momento en el que se introducen cambios verdaderos a una cultura o a una sociedad que rompen con lo moderno al margen de cuándo se hicieron.
Para que se den una idae de lo que esto significa: El teléfono de casa es algo tradicional. Un teléfono celular es algo moderno. El iPhone es algo postmoderno.
Y claro: cuando aparezca un gadget que supere al iPhone, entonces el iPhone pasará a ser simplemente moderno.
Así que lo "moderno" en política implica realmente no cambiar nada; seguir haciendo lo mismo aunque perjudique al país, como lo han hecho el PAN y el PRI.
Lo moderno para el PRI, por lo tanto, es el estancamiento que representa el salinismo.
Y siendo el caso, por mi que se metan los priistas su modernidad por el yoyo. Esa "modernidad" es lo que ha destruido al país.
Seamos entonces postmodernos e impidamos que el PRI y el PAN se salgan con la suya.
PD: Cuando en la derecha hablan de "izquierda moderna" a lo que se refieren es que quieren que la izquierda sea neoliberal.
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