Ha quedado plenamente demostrado que Enrique Peña Nieto compró votos (hay gente arrestada por eso), rebasó topes de campaña y tuvo una sobre-exposición desigual en televisión, haciendo inequitativa la contienda electoral.
También ha quedado demostrado que el TEPJF y el IFE fueron omisos en las investigaciones sobre las irregularidades electorales de Peña Nieto, por ejemplo no investigando con exhaustividad el caso de la propaganda encubierta de Televisa, lo cual fue demostrado por el consejero del IFE Alfredo Figueroa.
Y los magistrados del TEPJF actuaron más como porristas y burócratas maiceados del PRI y de los medios que como magistrados. Salvador Nava reconociendo a Peña Nieto antes de que siquiera se votara el dictamen de la impugnación (aunque obviamente ya se habían puesto de acuerdo para avalar el fraude), y Maricarmen Alanís adulando a las televisoras por su supuesta apertura y pluralidad, reconociéndoles inclusive la transmisión de los debates presidenciales a pesar de que se negaron a transmitir el primer debate en canal 2 y canal 13 (de no se por las protestas de la Ibero no hubieran transmitido el segundo, pero con el detalle de que no le dieron la cobertura adecuada a las protestas).
Todo esto sin mencionar las irregularidades en los recuentos de los votos, las cuales dan un total de más de 25% de la votación irregular, con más votos o menos votos que votantes, como demostró un estudio del Colegio de la Frontera Norte en base a los datos del IFE.
En 2006 nos negamos a aceptar la imposición fraudulenta del panista Felipe Calderón. Ahora, en 2012, no tenemos por qué aceptar la imposición fraudulenta de Enrique Peña Nieto.
Tan espurio es Peña Nieto en 2012 como lo fue en 2006 Felipe Calderón.
Y como tal, no sólo no tenemos por qué reconocerlo, sino que tendremos que hacerle una oposición aún más férrea que la que hicimos a Calderón.
No sólo tendremos que traer a Peña Nieto a mecate corto, sino convertirnos, como dijera Paco Ignacio Taibo 2, en su pinche pesadilla, parando cualquier intento de vender al país, de perjudicar más a la clase media y a los pobres, y de dar impunidad a los corruptos.
"¡Es que el país no puede avanzar si hay parálisis! ¡Es que hay que acordar!"
No. De ninguna manera. No podemos convalidar un fraude. Sería el equivalente a validar la corrupción de la que tanto nos quejamos. No nos haría distintos al policía de crucero que pide mordida, o al funcionario de CFE que recibe un Ferrari a cambio de un contrato millonario. Todo eso nos indigna y nos encabrona. ¿Por qué deberíamos ser partícipes de esa misma porquería?
En buena medida, el PAN se hundió seis años después de hacer fraude porque no le dimos margen de maniobra, forzando a Calderón a cometer estupideces que finalmente le costaron al PAN el tercer lugar en las elecciones.
Hagamos lo mismo con Peña Nieto. No le demos margen de maniobra para que venda al país. Denunciemos todas y cada una de las tropelías que pretende hacer. Protestemos en donde se pare. Si va a cualquier acto público, ahí mismo hay que gritarle que lo mismo que le gritamos a Felipe Calderón: que es un ESPURIO.
"¡Pero es que Calderón hizo la guerra contra el narco para legitimarse y eso fue catastrófico para el país!"
Nuestra culpa no fue. Calderón hizo su guerra con las patas. Pudo haberse legitimado eliminando los privilegios fiscales, operando la CFE a capacidad para bajar el precio de la luz y eliminar compras de energía privada, blindando la economía contra la crisis de 2008 -que se veía venir desde un año antes- , y hasta ordenando balconear los datos financieros del PRI para impedir que Peña Nieto llegara al poder. Pero no quiso hacer las cosas bien. Si el país se hundió fue por culpa de Calderón, no de los que lo trajimos a mecate corto para que enderezara el paso. Si el no lo quiso enderezar no fue nuestra respondabilidad.
Y lo mismo ocurrirá con Peña Nieto. Si el país se hunde de nuevo, será exclusivamente por su culpa. Porque lo que pretende hacer, como privatizar a Pemex y CFE, subir IVA a medicinas y alimentos, y eliminar derechos laborales, hundiría al país aún más. No se lo podemos permitir.
Y como dije, a donde vaya, se lo tendremos que decir en su cara: Peña Nieto es un ESPURIO. Espurio Peña Nieto.
PD: Y si Peña Nieto se quiere redimir, sólo tiene un camino: llevar a cabo el plan de gobierno de Andrés Manuel López Obrador. Sólo así podrá legitimarse.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario