El lunes pasado apareció una nota en El Universal en la cual se relata que el dirigente nacional del PAN, Gustavo Madero, definió la agenda que impulsaría ese partido en el Congreso. Supuestamente, la agenda sería "democrtatizadora" y buscaría que "reforme y transforme" el poder autoritario en México.
Al margen del auto-gol que se metió Gustavo Madero con esa declaración (¿o sea que admite que el poder del PAN era autoritario?) no parece que a los panistas les haya interesado mucho en lo que acabó el asunto, ya que ayer, de acuerdo con El Universal, 152 legisladores se fueron de la plenaria antes de que terminara.
Es decir, si lo que buscaban era la cohesión del PAN, o algún tipo de elemento que hiciera que los panistas se motivaran con tu propio partido, no lo lograron.
Si el PAN se hubiera sumado al PRD en la impugnación presidencial, los panistas hubieran tenido un objetivo claro sobre lo que sigue para ese partido. Pero no; decidieron temerle al "qué dirán" y convertirse en oposición dócil a pintar raya y decirle al PRI que no le van a tolerar que compren la elección.
Pero no. Se quisieron hacer los moderados y ahora ni los panistas quieren saber del PAN.
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