Se nos
adelantó Chavela Vargas, la de la voz aguardientosa y el canto desgarrador, fuerte
y dulce, vigoroso y femenino.
Quizá su
alma chamana estaba esperando volver a México, para dejar aquí su cuerpo y así
emprender libre, ligera, su tan ansiado viaje.
Mujer
apasionada, vivió su vida intensamente, amante de todo, parecía describirse cuando
dijo alguna vez: “Las personas, simplemente, aman o no aman. Los que aman, lo
harán siempre a todas horas, intensa y apasionadamente. Los que no aman, jamás
se elevarán ni un centímetro del suelo. Hombres y mujeres grises, sin sangre”.
Chavela
parecía siempre estar fuera del piso, oscilando entre la cordura y la farra,
entre el amor y la decepción del mismo.
Cantaba boleros, corridos
de la Revolución, tangos, música ranchera, logrando con su voz y su estilo mostrar
en la música ranchera la tristeza y desolación de su letra, cuando la separas
del mariachi….
Tal vez
lo que más gusta de Chavela es su espontaneidad, para ella cantar era algo
sagrado, sin ensayar, sin prepararlo, un concierto suyo podía durar horas,
mientras ella extasiada interpretaba su
canto.
Gracias
Chavela, por el canto inmortal que nos dejas, porque de verdad contigo las
amarguras eran menos amargas, y hasta pronto,
seguiremos brindando contigo y con tu música en las noches plenilunadas… disfrutando
de tu compañía en nuestras borracheras más íntimas, alzando el trago de tequila
con un ¡Salud!
@Martha_Aurora
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