Debo decir que Carmen Aristegui, tal vez sin darse cuenta (cosa que haría que me sorprendiera por la ingenuidad mostrada) cayó en el juego del "todos son iguales" publicando una nota sobre la compra de despensas de varios estados, incluyendo un estado gobernado por el PRD (Guerrero) y otro gobernado por el PAN y el PRD (Sinaloa).
Primero porque varios gobiernos sí incluyen despensas entre sus programas sociales, pero sólo en el caso del PRI se descubrieron trailers con despensas especificamente para compra de voto.
Segundo, porque la propia nota de Aristeguionline.com sobre las despensas dice, muy escondido hacia el final, que la información que están dando a conocer no demuestra que las despensas se usaran para comprar voto.
Pues obviamente. ¿Cómo se van a usar para comprar voto de 2012 despensas que se compraron en 2009, como afirma la nota de Aristegui?
Y tercero, porque la compra de voto se hizo con tarjetas de Soriana. Si hubiera sido con cajas de despensas, hubieran cachado todo el mismo día de las elecciones.
Si Carmen quería demostrar algo, debió haber mostrado las facturas de las tarjetas de Soriana. Pero no: le entró al juego del "todos son iguales".
Cuando apenas me enteré de lo que había publicado Carmen la reconocí por hacer bien su trabajo. Pero mientras más vi los números y documentos que publicó, más me empezaron a parecer raros. Hasta que finalmente llegué a la conclusión de que lo que estaba publicando Carmen sí, demostraba un gasto de más de 700 millones de pesos en despensas entre marzo y junio de 2012, pero la evidencia dura de compra de voto no fueron las cajas de despensas, sino las tarjetas de Soriana.
¿Qué fue lo que Carmen descubrió entonces? ¿Que los estados compran despensas? Eso ya se sabía.
Y aunque en la nota haya quedado dicho que las facturas de compras de despensa no demuestran compra de voto, la percepción que estableció esa nota fue que todos los partidos son iguales.
Que es exacatamente lo que el PRI pretende usar como arma de guerra sucia contra AMLO y tratar de justificar el fraude electoral que perpetró por medio de la compra de votos.
Como dije al principio, es posible que Carmen Aristegui haya hecho esto sin darse cuenta de que se prestaba al juego del PRI. Creo, no obstante, que tiene suficiente colmillo como para no haberse dado cuenta de eso.
No estoy diciendo que Carmen Aristegui se vendió al PRI. Sí estoy diciendo que el timing y enfoque de la nota, la verdad, eran excatamente lo que el PRI necesitaba: la manera de decir que todos son iguales.
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