“¡Recuerden! ¡Nunca olviden!” – Victor Hugo
Julio del 2010
Mi musa conoce la Angelópolis como la palma de su mano. Desde el taxi me señala:
--Esta es Casa Puebla. Ahí reside el Precioso.
El edificio es de una obscenidad faraónica. Un guarura medio panzón y mal encarado nos observa desde una de las puertas.
--Podemos visitar al Precioso, ¿no?
--Sí --responde mi musa--. Le podemos decir que le traemos una botellita.
El camino serpentinea y sube. Adelante esta Loreto. La topografía (la verdadera, la única “ciencia” militar) se me hace clara.
--Esa cañada --apunto---ha de haber sido donde se guareció el general Alatorre con los lanceros de Toluca aguardando el momento justo de cargar sobre los zuavos.
--¿Les echaron los cuacos a los gabachos?
--Si. Ya habían sido rechazados tres veces. Zaragoza ya casi no tenia parque para sus cañones. Los franceses se habían arremolinado al pie de los fuertes. Estaban todos desordenados y desconcertados. Sus jefes y oficiales los arengaban con muchos gritos de “files de putain!” y “couchons!” para que hicieran un cuarto asalto. Fue entonces que Zaragoza ordeno un contra ataque general. Cargo Alatorre y sus lanceros. Y lo mismo hicieron los juchitecos de Porfirio Díaz. Y hasta lo que quedaba de los serranos del sexto batallón de la guardia nacional se les fueron encima. Fue el acabose y solo se oia “sauve qui poit!”
Entramos. Francamente el museo me desilusiona. Tratan de hacerlo todo con fotografías. Hay pocas reliquias. Un letrero advierte que no se pueden tomar fotografías. Violo la ley. ¿Por qué no he de gozar de impunidad en un país donde no hay justicia?
--¿Miguel Negrete? ¿Quién fue?--pregunta mi musa ante un cuadro. Este muestra a un fulano de buenas carnes, el bigotazo de rigor, nariz aguileña.
--Peleó al lado de Miramón. Pero en ese entonces algunos de los mochos tenían madre. Se le presentó a Zaragoza y le dijo: "...señor general, fusíleme si quiere...si no lo hace, démela siquiera de soldado raso...tengo patria antes que partido..." Sabiendo lo hábil y cabrón que era Negrete, Zaragoza no vaciló en darle el mando aquí, en Loreto.
--Ah caray --exclama sorprendida mi musa--. Esas cosas no nos las enseñan en la escuela.
--No es ahí el fin de la historia --explico--. Después del triunfo de la república, Negrete fue licenciado del ejército. No conociendo otro oficio mas que el de las armas, se metió de asaltante de caminos. Merodeaba por la laguna de Alchichica y asaltaba las diligencias que venían de Xalapa rumbo a Puebla. Como quien dice, el General Negrete se volvió Zeta. Por supuesto, un buen día el ejercito lo atrapó y lo iban a ajusticiar.
--¡Pero si fue héroe nacional! --protesta mi musa.
--Lo mismo opinaron los muchachos de la escuela nacional preparatoria. Entre estos se encontraba don Justo Sierra que era entonces un jovencito. La palomilla se dirigió a palacio nacional. Entonces no había ni vallas ni pefepos. Tocaron y entraron al despacho de Juárez. Le pidieron entonces al zapoteco que perdonara a Negrete. Pero, imagínate, ¿tu crees que con lo inflexible y duro que era Juárez iban a poder lograr algo?
--No lo creo. Ya vide osté que no les hizo caso a los europeos que le fueron a pedir que indultara a Maximiliano.
--Pos sucedió un milagro. Juárez, el inflexible, indultó a Negrete, por el hecho de tener en su frente "los laureles del cinco de mayo". El caso es que lo metieron al bote en Perote por unos meses. Ahí le cayó al general un libro, "El Capital". Y cuando finalmente salió libre don Miguel salió mas rojillo que nunca y fundó el primer partido comunista en México. Asi pues, Negrete recorrió todo el espectro político, de generalote pretoriano y conservador, a defensor de la república, a bandido, a rojillo.
--¡Ah bárbaro! ¡Eso es de novela!
--A veces la historia de México hace que cualquier novela se quede corta.
Frente a nosotros veo una foto. Esta muestra a un indígena anciano con cabello y barba blanca. La leyenda dice: "Juan Francisco Lucas -- defensor de la república conocido como el Tata"
--Este fue uno de los comandantes de los zacapoaxtlas --le explico a mi musa.
Al lado de Lucas hay una fotografía de un militar entrado en carnes.
Aparentemente los militares mexicanos o eran del modelo "el Greco" --flacos y espigados como Zaragoza y Porfirio Díaz---o eran algo gordos como Negrete. La leyenda indica que se trata del general José María Maldonado.
Este Maldonado nació en Puebla en septiembre de 1821, mientras Iturbide y Guerrero hacían su entrada triunfal a la capital. Maldonado se integro al ejército de la república y operaba afuera de Puebla mientras esta era sitiada por Forey.
Los mochos no se habían quedado con los brazos cruzados. "Los conservadores traidores," se lee en el Álbum Histórico del Ejercito Mexicano" (edición 1991 de la SEDENA) "...utilizaban los curatos como oficina de correos para trasmitir sus órdenes a sus partidarios."
Maldonado habia hecho su base de operaciones entre los pueblos zacapoaxtlas --Tetela de Ocampo, Zacapoaxtla, y otros---y de ahí tenía que lidiar con sublevaciones de mochos traidores que apoyaban al invasor.
Mientras el sitio de Puebla continuaba Maldonado y Juan Francisco Lucas fortificaron Zacapoaxtla. Llegaron a tener 5000 hombres bien armados y conocedores de la sierra. Sin embargo, por lo abrupto de la sierra, no todos estarían disponibles de inmediato. El caso es que Maldonado confiaba en que ahí no entraría ningún francés. Negrete, que se escapo de la ciudad al caer esta, en su paso por la sierra nombro a Maldonado general de Brigada.
Pronto se presento el general Brincourt con el tercero de zuavos y como mil traidores. Maldonado junto los hombres que tenia (unos 300) y se aprestaron a defender un fortín en las afueras de Zacapoaxtla. Contaba este con dos viejos cañones españoles, casi inservibles. Sin embargo, habían 200 obuses disponibles y los artilleros de Maldonado se dispusieron a servirlos lo mejor que podían pues cargarlos y dispararlos tomaba como cinco minutos.
Los zuavos formaron sus columnas de asalto. Sus oficiales dieron la orden de "¡en avant!" y se aprestaron a asaltar el fortín. Los dos viejos cañones españoles empezaron a abrir surcos entre las columnas francesas. Los defensores, que habían estado afilando toda la noche sus machetes aguardaban el asalto. El resultado fue el mismo que el cinco de mayo. El asalto de los zuavos fracasó completamente. Después de todo, la gente de Maldonado y de Tata Lucas eran los mismos que fueron los primeros que sangraron a los franceses el cinco de mayo. Entre los defensores se distinguió el sargento primero Cástulo, conocido por su buena puntería, al que Tata Lucas le había encargado que "venadeara a los oficiales franceses".
Hubo un segundo asalto francés. No le neguemos a los zuavos que tenían huevos. Acostumbrados a pelear contra los árabes de Algeria, estos fulanos no daban ni pedían cuartel y no estaban acostumbrados a tomar prisioneros. Por supuesto, tampoco lo hacían los zacapoaxtlas. En el segundo asalto los oficiales franceses, que le habían agarrado respeto al sargento Cástulo, se despojaron de sus insignias y marcharon confundidos con sus hombres. De todas maneras el asalto fracasó, otra vez.
Esa noche Maldonado y Tata Lucas dispararon los últimos obuses que les quedaban a los dos viejos cañones. No tenían ya parque. Sabían bien que los zuavos no tomaban prisioneros. Así pues, en el curso de la noche abandonaron el fortín.
Ni Maldonado ni Tata Lucas recibieron más apoyo del centro. Se fueron a refugiar al pueblo de Huahuaxtla, de difícil acceso. Los franceses y los traidores pensaron madrugarlos ahí. Pero Maldonado y Tata Lucas habian dispuesto de buenos centinelas en las cañadas. El asalto a Huahuaxtla fracasó. En poder de los defensores de la república quedaron 400 prisioneros, varias cajas de parque, y dos piezas de montaña. La sierra de Puebla seguía siendo un hueso duro de roer.
Tanto fue el éxito de Maldonado y tata Lucas que volvieron a tomar Zacapoaxtla. El pueblo estaba medio vacío. Varias familias de traidores se habían ido con los franceses al evacuar estos el pueblo.
El 18 de febrero de 1864 Maldonado recibió una oferta de parte de los franceses. Se le haría gobernador de toda la sierra de Puebla y del estado de Veracruz, con el rango de general de división, y un salario de 61 mil pesos, siempre y cuando desconociera a Juárez. Maldonado los mando a la chingada.
Maldonado y tata Lucas siguieron armando y entrenando a sus gentes. Contaban con 4900 hombres entre infantería y caballería para cubrir toda la sierra. Pero llego el año de 1865 y don Benito mando como gobernador a un tal Fernando María Ortega. El caso es que este Ortega vino a joder todo.
--¿Ortega? ¿No sería antepasado de Nalga Izquierda? --me pregunta mi musa.
--No lo dudo. El caso es que este Ortega empezó a destituir jefes. Hizo a un lado a Maldonado y anuncio que ahora cada jefe actuaria independientemente, sin mando central. También comenzó a imponer toda clase de impuestos y a encabronar a los serranos.
--¡No me cabe duda! ¡Era un Chucho!
--Pos bien, no tardo en presentarse una brigada de austriacos (acuérdense que Max era austriaco) acompañados por dos mil traidores. Ortega fue derrotado gacho y salió huyendo. Zacapoaxtla fue ocupada por los austriacos. Maldonado y tata Lucas tomaron el mando de las fuerzas que quedaban e hicieron una retirada en orden. Ortega volvió a exigir el mando argumentando que era el enviado de Juárez. Los mexicanos fueron derrotados otra vez en Zacatlan. En menos de un mes, este prototipo del Chucho de nuestros días había perdido toda la sierra y dispersado a un ejército de casi 5,000 hombres.
--¡Tenia que ser Chucho!
--Espérese. Eso no fue todo. Definitivamente si creo que este Fernando María Ortega era antepasado de Nalga Izquierda porque igual salió traidor. No tardo el cabrón en mandar emisarios a los invasores para negociar su rendicion. Por supuesto, seria a cambio de un hueso. Tal le dieron y el cabrón chaqueteo.
--¿Y Maldonado y tata Lucas?
--El viejo se regreso a su pueblo malherido y desilusionado y vivió hasta 1917, muriendo ya muy viejito.
Maldonado se retiro con la gente que le quedaba hacia Tlapacoyan y la huasteca veracruzana. Ahí se sostuvo aunque de vez en cuando sufrieron las incursiones del coronel Dupin.
--¿Y ese quien era?
--Un grandísimo hijoeputa que formo una unidad de lo que hoy los gringos llaman "counterinsurgency". O sea, su misión era esparcir terror entre los campesinos para que nadie combatiera a los franceses. Su fuerzas se componían en su mayoría de negros de la Martinica y gente salida de los reclusorios franceses. Ya se imaginara. Pero Maldonado sobrevivió y eventualmente se unió a las fuerzas de Porfirio Díaz que venían del sur.
Salimos del museo. Recorremos los parapetos. Vemos los fosos.
--Como ves --explicó---el fuerte está en una loma. La infantería francesa tenía que subirla portando sus mochilas, parque, cantimplora, y fusil. Luego tendrían que cruzar estos fosos.
--¿Estos fosos tenían agua?
--Me parece que no. Pero Lorencez la cagó. Emplazo a su artillería demasiado lejos de los fuertes. Si la artillería francesa hubiera bombardeado los fuertes los parapetos del fuerte se hubieran derrumbado y hubieran rellenado los fosos con sus escombros, haciéndole mas fácil la irrupción a la infantería. Sin embargo, eso no ocurrió y los fuertes estaban incólumes. Sin embargo, eso no evito que los franceses, a base de puros huevos, admitámoslo, pusieran pie en el parapeto. Negrete tuvo que usar sus reservas, los rifleros de San Luis, para sacarlos pero por un momento parecía que Loreto caía.
Caminamos del Loreto a Guadalupe. Se que estoy recorriendo las posiciones de la línea mexicana que estaba comandada por Berriozabal. En algún punto de estos 500 metros estuvieron las posiciones del Batallón Fijo de Veracruz, donde se batió el abuelo de mi padre, Juan Silveira. Busco sin éxito la huella de mi sangre. Juan era un muchacho que se había “juyido” de el ghetto portugués en New Bedford para que Mr. Lincoln no lo metiera de leva en el ejercito yanqui. Pero, tocando tierra en Veracruz de inmediato lo “pasaron por cajas” en el Fijo de Veracruz. Recibió un sablazo de un oficial zuavo (la primera de las muchas heridas que cosecho defendiendo a Mexico) y acabo sus días apaciblemente y reconocido por sus servicios en Minatitlan, Veracruz. Pero no hay nada que indique que ahí pelearon los del Fijo de Veracruz. Me vuelvo a desilusionar.
--Hace poco visite Gettysburg --le explico a mi musa--. Hay que entender que la línea de batalla ahí era más extensa. Lee llego con 80,000 hombres y Meade tenía casi 100,000. Aquí en el cinco de mayo ambos tenían algo así como 6,000 por bando. Zaragoza hubiera tenido otros 2,000 pero tuvo que mandar estos rumbo a Atlixco a batir a los traidores de Lorenzo Márquez.
--¿O sea que no solo tenia que luchar don Nacho contra los franceses sino también contra unos traidores en su retaguardia?
--Tristemente sí.
En Gettysburg, cada unidad que peleo tiene un monumento donde se indica donde peleo. Ansina se encuentra uno que en tal parte hay un obelisco o estatua donde peleo el regimiento fulano de Nueva York o Pennsylvania o Virginia.
--Aquí en el cinco de mayo pelearon unidades de Veracruz, Puebla, Guerrero, EDOMex, etc. Lo correcto sería que cada estado erigiera un monumento a sus hijos en el sitio en que pelearon. Esto incrementaría el turismo. No le sacan jugo a esto, carajos. ¿Te imaginas la de chicanos que vendrían aquí si ansina estuviera? Ellos casi no saben nada de la historia de México pero sí reconocen el cinco de mayo.
--Jijos, le está usted pidiendo peras al olmo --me aclara con amargura mi musa--. ¿Se imagina al copetón haciéndole un monumento a los lanceros de Toluca o al Salome Burundanga erigiéndole un monumento al Fijo de Veracruz? Mangos, esos cabrones solo piensan en agandallarse los dineros. Nunca invertirían en algo ansina.
En el camino encontramos una estatua de tata Lucas.
--¡Puta madre! ¡Mírelo! --le apunto a mi musa riéndome.
--¡No la chinguen! ¡Parece gachupin de barba cerrada y nariz respingadita! No se parece en nada al indígena de la fotografía.
--Es como lo cuadros que pintan donde Jesucristo aparece como un hippie gringo ojiazul.
--Si, y la virgen es güerita y ojiazul. ¿Usted cree? ¡Con el solazo que hay en Palestina probablemente Chucho y su mamá era prietos!
Dejamos a tata Lucas que parece más bien Mel Gibson en "Braveheart" y llegamos al Guadalupe. Es evidente que este punto está más alto que el Loreto. Por eso fue que Zaragoza lo eligió para su cuartel.
--Desde aquí se divisa todo el panorama. Aquí la línea mexicana torcía en dirección a Puebla, haciendo una especie de L. Al pie del fuerte habia una plaza, de cuyo nombre no me acuerdo, ahí estaba Porfirio Díaz con sus juchitecos y los lanceros de Oaxaca.
No hay mucho que ver en el Guadalupe. Reconozco los arcos del fuerte. Hasta ahí se logro infiltrar una compañía de zuavos. Los mexicanos los acuchillaron a todos. El cerro quedo enrojecido por la sangre.
La falta de imaginación de nuestros gobernantes para aprovechar estos monumentos es patética.
--¡Carajos! --le digo indignado a mi musa--. Aquí debería de haber un teatro donde se mostrara una película de la batalla, aunque fueran clips de la película de Pedro Infante, chingaos. Y el gobierno debería patrocinar lo que los gringos llaman unidades de"reenactors". Están desperdiciando una minita de oro turística.
En el taxi pasamos junto al monumento a Zaragoza. Fue diseñado y construido por el papá de la compañera renegada Chicharo. Zaragoza apunta a lontananza.
--Dicen las malas lenguas --apunta mi musa riéndose-- que lo que está diciendo Zaragoza es que si no les gusta Puebla que se vayan muy pero muy lejos y les apunta por donde se pueden largar.
Al pie de la estatua de don Ignacio está la de un zacapoaxtla en el momento de aprestarse a descabezar a un zuavo con el machete.
--¿Ve eso? --me pregunta mi musa.
--Si. Hay una foto que se tomo FECAL ahí y parece como que el zacapoaxtla lo va a descabezar.
--¡Por subir esa foto los hijoeputas de Comunicación Social de la Presidencia me tumbaron mi cuenta de Facebook! --me explica mi musa.
--Es que usted tiene el chamuco adentro y no respeta las instituciones.
En el taxi me aviento mi rollo sobre Zaragoza. Reseño como había nacido en Tejas y su papá, el sargento Miguel Zaragoza, se refugió en Monterrey al caer Tejas. Luego cuando la guerra con los gringos Nachito, que era un jovencito, quiso unirse a los defensores. Su padre lo regaño y lo mando a su casa. Su madre quiso que asistiera al seminario. Al muchacho no le gusto. Se metió de dependiente en un comercio pero ahí tampoco estuvo a gusto. No fue sino hasta que empezó la bola de la guerra con los mochos (de 1857 a 1860) que el muchacho floreció como lo que era: un líder militar natural.
--Tiene usted toda la razón --me dice el taxista. Me muestra un libro, bien hojeado, sobre Zaragoza. Es evidente que el señor es otro apasionado de la historia patria.
Este detalle del taxista, hombre humilde, me confirma lo que siempre he sospechado. Los mexicanos tienen arraigado un nacionalismo profundo. Si tan solo les hiciéramos accesible la historia patria la devorarían con gusto y como consecuencia la república volvería a ser grande. Y ahí esta, por supuesto, la segunda estrofa original del himno nacional mexicano que avala mi tesis:
"Si el recuerdo de antiguas hazañas,
de tus hijos inflama la mente,
los laureles del triunfo tu frente,
volverán inmortales a ornar."
FIN
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