miércoles, 18 de abril de 2012

Videla y la “doctrina Calderón”, presentado por Alberto Sladogna

Videla y la “doctrina Calderón”
Texto de Jorge Camil tomado de su blog.



El fin de semana pasado La Jornada reportó que Jorge Rafael Videla, el dictador argentino, confesó que el último régimen militar asesinó a 7 u 8 mil “subversivos” (http://bit.ly/HDPIyP). (Así calificó Hillary Clinton a los narcos mexicanos, provocando la airada protesta de Felipe Calderón.) La inaudita confesión de Videla apareció también en Firme. com (http://bit.ly/HQNuGY) y en el diario La Nación, y reveló que para la cúpula militar argentina “no había otra solución”. Era el precio que se tenía que pagar para ganar la “guerra contra la subversión”. Sustituya “subversión” por “crimen organizado” y estará frente a la “doctrina Calderón”. Continúa Videla: “necesitábamos que…la sociedad no se diera cuenta”. Leo esa confesión horrorizado, consciente de que la “doctrina Calderón”, delineada durante su emotiva despedida en el Auditorio Nacional, reveló el mismo grado de urgencia, el mismo precio inevitable.



“Teníamos que actuar”, argumentó Felipe Calderón ante 10 mil panistas. “No había tiempo qué perder”, le dijo en tono de alarma a un país que inauguraba al día siguiente el proceso electoral de 2012. Aseguró que el crimen organizado “controlaba vastas regiones del territorio nacional” y estaba a punto de “ponernos de rodillas”. Subversivos allá, criminales aquí: ¿cuál es la diferencia, si ambos son exterminados?

Videla le aseguró al entrevistador que la frase "Solución Final", la favorita del nacional socialismo alemán, jamás fue utilizada: ¡menos mal! Los argentinos hablaban de "Disposición Final", aclarando que se utilizaba porque contenía dos palabras “muy militares”, que significan sacar de servicio una cosa que no sirve. Explicó que en el ejército, “cuando…se habla de una ropa que no se usa o no sirve pasa a ‘Disposición Final". Con eso los subversivos de Argentina y los narcos mexicanos dejan de ser seres humanos para convertirse en bienes fungibles. ¿Existirá una frase parecida en el Ejército mexicano?

Las confesión de Videla fue hecha en una entrevista de 20 horas con el periodista Ceferino Reato, para su libro “Disposición final: la confesión de Videla sobre los desaparecidos”: http://bit.ly/HCUsQH.
Vale recordar que en México, además de los 60 mil muertos (o los 150 mil que reportó el Pentágono) y los miles de torturados tenemos también 10 mil “desaparecidos”, que muy probablemente han sido víctimas de alguna forma de “Disposición Final”. Videla reconoce que sus muertos venían de detenidos y secuestrados por los cuerpos de seguridad de las fuerzas armadas para ser eliminados. En cambio, los desaparecidos mexicanos no existen. Se ocultan tras la política de “ni los veo ni los oigo”, como los perredistas durante el salinismo. Lo mismo sucede con los 3 mil torturados mexicanos que reclaman las organizaciones de derechos humanos.

Los restos de las víctimas de Videla desaparecían “para no provocar protestas dentro y fuera del país”. Y con cinismo alarmante reconoce que cada desaparición podría ser entendida como “el enmascaramiento o el disimulo de una muerte”. Mientras los muertos en la “guerra de Calderón” son más o menos reconocidos y reportados en los medios, nuestros desaparecidos presentan un problema diferente. No dejan vestigios. Sólo un vacío insondable y el dolor de familiares y amigos…

Con frialdad espeluznante, Videla justifica el uso de la tortura durante lo que él llama “la guerra”. Por lo menos Calderón decidió en 2011 cambiar “guerra” por “lucha”. (En un artículo publicado en enero de 2011 me referí a la ironía de dos palabras que significan lo mismo: http://bit.ly/HI03KT.)

“Pongamos que eran 7 u 8 mil las personas que debían morir para ganar la guerra contra la subversión”, dice Videla resignado. En México Calderón tendría qué decir “50 o 60 mil”, que son, respectivamente, la cifra “reconocida” por el gobierno y la difundida por los medios. Las muertes de Videla se “justificaban” porque los “subversivos del Ejército Revolucionario del Pueblo eran algo distinto”. Eran “más enemigos” que los Montoneros, porque habían perdido su “nacionalismo y el catolicismo”. Aquí no cuestionamos su religiosidad porque son devotos de Jesús Malverde, construyen narcocapillas, dialogan con curas y obispos, y hasta con algún delegado papal…

El objetivo de la dictadura argentina era salir de la visión populista y demagógica del peronismo para “disciplinar a una sociedad anarquizada…e ir a una economía de mercado liberal”. No puedo evitar una nueva comparación con Calderón, porque en Cartagena de Indias, en la “cumbre de las guayaberas”, como la llamó Fidel Castro, el mexicano hizo una apología del dogma neoliberal http://bit.ly/ISolMU: advirtió que el verdadero crecimiento no está en las estatizaciones, “sino en la apertura, la competencia, el comercio, la libertad, la empresa y la propiedad”: aunque mueran miles de mexicanos…



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