Por una nota publicada aquí mismo en Blog de Izquierda por mi cuate @comsatori, me entero de lo ocurrido el día de hoy en la Asamblea Legislativa del DF, cuando un joven panista se refirió a las uniones entre personas del mismo sexo como "matrimonio de jotos".
El grotesco episodio, de verdadera pena ajena, ocurrió en el marco del "Parlamento Juvenil" organizado por la propia ALDF como una manera de fomentar la cultura democrática y participación ciudadana entre los jóvenes de la capital.
Juan Pablo Castro Gamble, quien dijo "simpatizar" con la ideología panista, comenzó su intervención en la tribuna exigiendo que se criminalice "a todo aquel que consuma estupefacientes ilegales", para luego criticar la carrera universitaria de AMLO y finalmente, condenar los matrimonios entre personas del mismo sexo. Todo en menos de 5 minutos, en el que le llovieron gritos y reclamos desde las curules.
No repetiré, por pena, las palabras textuales usadas por el mozalbete blanquilloazul. Mejor vean ustedes mismos el ridículo que hizo:
Ignoren por favor a la pendeja que se desgañota llamando infructuosamente al orden al resto de los jóvenes que desde sus asientos increpaban al júnior. Es evidente que para presidir una sesión parlamentaria, así sea de a mentis, hacen falta muchas tablas, y no regaños imbéciles como de maestra malcogida de escuela militarizada. Centrémonos en lo dicho por el gordito de corbata azul turquesa, que es evidente que mientras habla se siente un Goebbels renacido.
No faltarán panistas que intenten justificar y hasta defender la postura intolerante del escuincle caguengue al que alguien, de seguro por error, invitó a ser "legislador por un día". Dirán: "pues empezó hablando de drogas, y las drogas son malas". Coincido. Tan malas, que a algunas personas las dejan estúpidas, incapaces de hilar un discurso medianamente coherente y balbuceando un rollo a todas luces inconexo. Pero si bien la opinión del tal Juan Pablo Castro sobre las drogas se puede entender, el referirse a los homosexuales de la manera despectiva en que lo hizo (sólo le faltó decir que le dan asquito), refleja fielmente el pensamiento oscurantista de la derecha de este país.
Si de Hitlercitos de nopal como éste dependiera, los miembros del colectivo gay serían puestos en ghettos para no contaminar con su presencia los lugares frecuentados por la gente de bien. Cuando sujetos intolerantes como este chamaco llegan a puestos públicos, la democracia y las libertades corren peligro. ¿En serio son estos mandriles descerebrados quienes aspiran a gobernarnos?
Qué irónico que en su farragoso "discurso", el adolescente de marras critique que en México "se celebre la mediocridad". ¿Se refería al partido con el cual "simpatiza"? Porque si vamos a hablar de mediocridades, tenemos ejemplos escandalosos en este gobierno de pacotilla, compuesto por pura caquita insignificante, escasa en luces intelectuales y académicas, pero buenos para robar y rapiñar. ¿Quiénes son los mediocres, mi buen? ¿Los que han ocasionado 60,000 muertos en una guerra estúpida, imposible de ganar, declarada a lo pendejo por un borracho bravucón? ¿Los que prometieron un gobierno "del empleo" y dejan el país sumido en una de las peores crisis económicas de la historia? ¿Los que lejos de gobernar con patriotismo, hicieron cuanto pudieron por abrirse de nalgas ante EU y España? ¿Los que se prepararon exhaustivamente en universidades extranjeras, pero son absolutamente incapaces de controlar su problema con la bebida? ¿Quiénes?
Y cuando Juan Pablo Castro critica a los "jotos", ¿habrá volteado a ver al interior de su partido? Porque ahí hay, y muchos. Como en todos lados, ya que es lo más normal; pero a pubertos asustadizos como Castro Gamble les da miedito "que se les vaya a pegar". ¿Esos son los jóvenes panistas? ¿Qué les diría Carlos Castillo Peraza, si viviera?
La "juventud panista", esas huestes de fresitas mamones, analfabetas funcionales, intolerantes y clasistas, está podrida. Los jóvenes que militan en el PAN o simpatizan con esa ideología rascuache son auténticos prófugos de la Edad Media. Payasos presuntamente "preparados" como Juan Pablo Castro Gamble son dignos exponentes del fundamentalismo imbécil de una derecha que no se cansa de discriminar.
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