Coincido con el planteamiento de Cuauhtémoc Cárdenas de que Manuel Bartlett debe dar su versión de lo que ocurrió en las elecciones de 1988.
Por varias razones. Mire usted:
1. Porque el propio Bartlett sabe que hay inconformidad contra su candidatura en la izquierda. Balconear lo que pasó en el 88 se ganaría las simpatías de ese mismo electorado que ve como principal causa de la desgracia nacional al salinismo.
2. Porque si sigue en su actitud de "si no les gustó mi candidatura lo siento", sin darle una buena razón al electorado para votar por él, no va a ganar el escaño en el Senado.
3. Porque, la verdad, el haberse declarado a favor de la defensa de Pemex fue algo bueno, pero evidentemente no ha sido suficiente para ganarse al electorado de izquierda. Balconear lo del 88 sí lograría ese propósito.
4. Porque en 2012 el enemigo a vencer es el títere de Salinas, Enrique Peña Nieto. Por consiguiente, revelar el fraude de 1988, que puso a Salinas en el poder, ayudaría a restarle puntos a su candidato.
5. Porque es lo moralmente correcto. Bartlett no es tonto. Puede dar detalles sin auto-incriminarse en algún delito y salir bien airado.
6. Porque bastó una sóla declaración de Miguel de la Madrid —que Salinas solapó los los nexos con el narco de Raúl Salinas— y una breve declaración de Luis Téllez —que Salinas se robó la mitad de la partida presidencial— para hundirlo. Un recuento a detalle del 88 lo tundiría aún más.
Bartlett debe entender esto. Y lo deben entender también los partidos de izquierda. Si ya tienen de candidato a Bartlett, por lo menos que sirva para ventaja de la izquierda lo que Bartlett sabe.
Por eso mejor AMLO 2012.
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