Hay consumidores que buscan algo nuevo, otros optan por lo de siempre mientras que algunos cubren su básica necesidad sin ver marca alguna.
Pero en lo que se refiere a opciones para que los mexicanos escogan gobernantes... la cosa cambia.
Los aspirantes a diferentes cargos se enfrentan ante el desprestigio brutal que la historia reciente nos ha metido en el cerebro. No sirven para nada los políticos. Hoy en día ser bolero es un trabajo digno. Pero no así la política.
Y lo que más sorprende son sus "campañas" (de alguna forma debemos llamarle) de espectaculares, mantas o volantes. Unos mirando al cielo... como esperando ¿que? ¿viendo al futuro? El futuro se forja mirando a los electores a los ojos. Comunicando y sobre todo algo que los políticos dificilmente hacen: escuchando. Los aspirantes no deben ir a hablar y hablar hasta el cansancio, deben hacer reuniones con gente escuchando y compartiendo su experiencia, sus necesidades.
Sus mantas muestran imágenes de plástico alejadas de las personas, eso si,fotos en mangas de camisa muy casuales después de un arduo día de trabajo. Pero ¿quien les cree?
Los aspirantes a cargos de elección popular se olvidan que son servidores públicos, que deben atender las demandas de los mexicanos. Y lo peor es que de cualquier forma habrá quien gane y no hará su trabajo, no escuchará en campaña y después menos.
La diferencia entre el supermercado y la tiendita donde los mexicanos escogemos políticos es mucha. Escoger candidato a diferentes cargos de elección popular es hoy día una experiencia gris y sombría, donde no confías en el encargado, no confías en los productos y lo tienes que usar durante los 6 años que vienen.
Personalmente ya escogí, para mi AMLO 2012. Pero no puedo negar lo anterior, sobre todo por la náusea que siento de escuchar canciones de Creel, ver espectaculares big size de Cuauhtémoc, precandidatas sonriendo falsamente. Añorando la frescura.
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