Una Política Exterior -así, con mayúsculas- sólo se puede diseñar y sostener como parte de otra mayor: la de un auténtico proyecto nacional.
En México, un caso exitoso de gran Política Exterior como parte de un designio mayor fue el cardenismo. No es ese el único caso, pero sí uno de los más claros y que arrojó dividendos de tal magnitud que beneficiaron a los sucesores y aún hoy se sigue estudiando y reinterpretando. En contraste, un caso de política exterior con minúsculas es la actual. Y no es que hoy el equipo de profesionales en la Secretaría de Relaciones Exteriores sea de una calidad menor al que se tuvo en los años treinta; al contrario, la preparación del servicio exterior actual es mejor que la del pasado. El problema no está en la Secretaría sino en el gobierno al que sirve, que nunca logró plasmar la idea ni tuvo la voluntad para dar forma a un proyecto nacional que otorgase fuerza y sentido a una política exterior con genuino interés y respaldo social.
El Cardenismo y su Política Exterior
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