Por: Mar Morales
No le bastó viajar, a costa del erario, para suplicar ayuda celestial. Meses después los restos del llamado “papa viajero” estuvieron en tierra azteca. No fueron pocos los que corrieron a santiguarse frente a una figura de cera y una muestra de sangre. A la par, en el resto del país, el de verdad, el cruel, la cifra de muertos, producto de la guerra contra el narco, iba en aumento. La disparidad de pensamientos en el México de los “otros”, de los muchos, de los que no nos emocionamos con esas muestras de fanatismo simplemente porque estamos viviendo una realidad que asusta, enfrentó de nuevo a la sociedad. La guerra, pensábamos algunos, no se acaba con elevar plegarias al cielo. Mucho menos se acaba cuando el culpable de este desastre es quien insta a que pidamos ayuda divina. Pero el habitante de Los Pinos de plano nos cree tarugos.
El pasado diciembre, al lado de su esposa, Margarita Zavala, visitó la Basílica de Guadalupe para darse golpes de pecho y pedir que en México haya paz. ¿Será que la conciencia no lo deja vivir tranquilo? Lejos de sus peticiones e intento de enajenación de los mexicanos, las cifras de ejecutados va en aumento. Ni qué hablar de la pobreza y los desaparecidos.
Y ahora que arranca la carrera presidencial, nos visita el papa. En tanto los panistas, apostándole a la fe de muchos y a la hipocresía de otros tantos, pretenden hacerse de votos con la bendición papal, los priistas, que no cantan mal las rancheras con sus malas mañas, le seguirán apostando al acarreo, repartidera de despensas y compra de votos.
Lo cierto es que ninguno de los dos partidos políticos tienen mucho que ofrecer. A falta de una propuesta política concreta, los suspirantes a la silla grande buscan el modo de enajenar a la población a costa de lo que sea. El escenario que se nos presenta es simple, aunque bastante preocupante: veremos en los siguientes meses la rebatinga del poder entre dos grupos supuestamente antagónicos pero que para hundir al pueblo se pintan solos. Unos reparten despensas, otros prometen la salvación eterna. Aunque Felipe Calderón tenga los reflectores encima el próximo 23 de marzo, día previsto para la llegada del llamado “papa nazi”, (y coincidentemente día del aniversario del asesinato de Luis Donaldo Colosio) el México que deja su sexenio seguirá exigiendo justicia. ¿ Quedará el pueblo mexicano atrapado “en las trampas de la fe” que durante los sexenios panistas se ha puesto una y otra vez de manifiesto? El cambio verdadero no se da por enajenación, ni por chantaje, ni por hambre. El cambio verdadero, el que México necesita, se dará con la revolución de las conciencias, por la búsqueda del bien común, con la educación. Mejor que Calderón se deje de hipocresías, pida perdón y se entregue a la justicia terrenal, porque los mexicanos, lo que menos queremos ya, es PAN y circo.
@Mar_Morales_
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