El precandidato presidencial del PRI a la presidencia, Enrique Peña Nieto, se manifestó en un foro convocado por El Universal a favor del presidencialismo y propuso que se fortalezcan las facultades del Ejecutivo para tomar, según dijo, decisiones que no sean “detenidas” o enturbiadas por la presencia de una “minoría de partidos”. A esa minoría la calificó de “virulienta, ruda y difícil” por “oponerse” a las decisiones del Ejecutivo.
Si entendemos bien el mensaje del ex gobernador mexiquense, su propuesta, de llegar a sentarse en la silla presidencial, es hacer de lado las iniciativas presentadas por partidos de oposición al PRI, amén de impedir que cualquier cosa que el presidente diga no sea aprobada, al viejo estilo de priismo, sin voltear siquiera a ver si sus propuestas benefician o perjudican a la sociedad. Cabeza agachada y diciendo sin respingar: “lo que usted diga, señor presidente”.
Pasándose el término democracia por el arco del triunfo, Peña Nieto pretende imponer en México una tiranía. Lo curioso es que muchos de esos partidos “pequeños”, esa minoría que desprecia, han hecho alianzas con el mismo PRI, tal es el caso del Panal (partido creado por Elba Esther Gordillo y su parentela) y el PVEM, que se tomaron de la mano en noviembre pasado para contender juntos por la presidencia. Hoy mismo, en Tabasco, se solicitó el registro de coalición entre esos partidos para contender por la gubernatura del estado. Es decir, no quiere que se opongan a sus opiniones, pero los quiere para hacer bulto.
De los demás partidos, como el PT, sus fobias enfermizas se deben a que han sido precisamente los partidos de izquierda los que se han opuesto a la aprobación de atrocidades como la pasada reforma religiosa (que no pasó como estaba prevista) y la aprobación de la Ley de Seguridad Nacional, de la cual refirió que al actual habitante de Los Pinos y a su partido, el PAN, le ha faltado “convicción para que transite”. ¿Quiso decir que él sí la aprobará?
Con un discurso estudiado, pero con un mensaje encubierto, el señor nos deja ver que de tomar el poder, que dios nos agarre confesados. Lejos de regresar al viejo régimen priista, estaríamos permitiendo que se sentara en la silla un hombre que desde ahora avisa que hará todo lo posible por imponer su voluntad, dejando de lado la opinión de los demás partidos. Lo más grave sería que el PRI volviera a tener mayoría en el Congreso y por supuesto esa es su tirada.
¿Cuántos mexicanos, llevados por la euforia de mítines pagados y la repartidera de despensas le darán su voto a un personaje con estas características? El problema es que pocos, muy pocos, nos detenemos a leer el trasfondo de los mensajes. Lo que dijo Peña Nieto en ese foro no es para dejarse pasar de largo, fue Peña Nieto al desnudo, manejado por personajes perversos y oscuros como Salinas y elevado por algunos medios de comunicación casi a la categoría de héroe salvador. Nuevo PRI, viejo PRI, la misma (o peor) porquería de siempre.
@Mar_Morales_
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