La publicidad comercial actual y la constante propaganda política en la radio y la televisión mexicanas crean una combinación literalmente repelente. Y los que la emiten y los que la pagan deben saber que funciona en sentido contrario al que pretenden.
Las personas de cierto nivel mental no resisten ya los gritos, la corrientez, la repetición constante de los anuncios comerciales o políticos, la computadora guillotina que le corta la palabra a cualquiera, así sea un invitado, para anunciar repetidamente cada equis lapso gastadas estupideces, ya sea las inmensas proezas del presidente espurio contra los malos o las cualidades de una marca de tequila porque “es graaande”.
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