Josefina Vázquez Mota, autonombrada en días recientes como “la señora de la casa", diciendo que sabe “estirar el gasto” como millones de mujeres en México, contrató al “rey de la propaganda negra y la guerra sucia”, el español Antonio Solá, quien fuera el creador de la campaña de odio que se lanzó en 2006 contra López Obrador.
Las técnicas de Solá son conocidas. Su "éxito" consiste en hacer ganar a un candidato con base en el desprestigio del contrario. Recordemos que fue el "cerebro" que hizo llegar, por la puerta trasera, a Felipe Calderón a la presidencia, tras polarizar a la sociedad con una campaña mediática contra Andrés Manuel López Obrador, asegurando que era "un peligro para México"
Así las cosas, ante una imagen tan incipiente, representando a un partido que de antemano se sabe perdido en las próximas elecciones, los panistas demuestran, de nueva cuenta, que son capaces de cualquier cosa con tal de mantenerse en el poder. Los adversarios a vencer, lo dijo la misma Josefina hace días pasados, son dos: Andrés Manuel y Peña Nieto. Este último se desprestigia solito con solo abrir la boca, pero a Andrés Manuel algunos lo satanizan sin tener un sustento real para hacerlo. Se fueron con la finta de lo que se dijo en la carrera presidencial del 2006, cuando se bombardeaba con spots que menospreciaban, no sólo al candidato de la izquierda, si no a todo aquél que votara por él al decir “ocho de cada diez gatos prefieren a López Obrador”. Las consecuencias para la sociedad fueron muchas. A la fecha, ni el señor Solá ni doña Chepina, mucho menos Calderón tienen idea, o si la tienen les vale gorro, del daño que se causó a la sociedad. A mí me tocó ver a personas peleándose a gritos, días después de las elecciones de 2006, porque a alguien no le gustaba que uno tuviera en su ventana la foto de Andrés Manuel y otro la de Calderón. De esa polarización social surgieron aquellos que se aventaban con la bandera del PAN a las calles asegurando que su candidato había sido el "ganador" y que Andrés Manuel era sólo un "naco oportunista" que no reconocía su derrota. A grito pelado, a patadas, a mentadas, unos se negaban a aceptar el "voto por voto" y otros exigíamos que así fuera, porque sabíamos que era lo justo.
Pero a la “señora de la casa”, que le gusta estirar el gasto, pero que despilfarró en su registro como precandidata más de un millón de pesos para festejar en grande y regalar gorritas y playeras a los asistentes, le pareció buena idea, o le dieron la orden desde Los Pinos, que se echara a la maleta al español para ver si así quitaba del camino a sus competidores de partido, Ernesto Cordero y Santiago Creel y se quedaba ella como candidata del blanquiazul para emprender la carrera hacia Los Pinos. Por supuesto, debemos preguntarnos ¿·y quién “pompó” al asesor?
Es obvio que ante una imagen tan gris como la que tiene doña Chepina no podría conseguir un estratega que alabara sus virtudes, (¿Cuáles?) mucho menos alguien que garantice que la continuidad del PAN en el poder traerá beneficio alguno para el país, ya que el saldo de más de 60 mil muertos, producto de una guerra fallida que la señora promete continuar, no son precisamente una carta de presentación. No cabe duda que el odio sólo encuentra acomodo donde sólo existe odio. Y los panistas para eso se pintan solos al grado tal que, una simple precandidata, como Vázquez Mota, avienta la casa por la ventana desde antes de ser elegida, por la misma militancia como la aspirante a la silla presidencial. ¿Qué nos podemos esperar si llegara a obtener el registro oficial de su candidatura? Nada bueno...
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