Nada de extraño que Javier Lozano Alarcón, Salvador Vega Casillas y Roberto Gil Zuarth hayan renunciado a sus cargos en el gabinete de cuates de Felipe Calderón para buscar escaños en el Senado. De hecho, era de esperarse.
Calderón cada vez ve más lejos la posibilidad de tener injerencia en la próxima administración federal. Su candidato a la presidencia, Ernesto Cordero, quedó muy lejos de superar a Josefina Vázquez Mota; más de 40%. E inclusive si lograra que Cordero fuera candidato, la verdadera contienda será entre Andrés Manuel López Obrador y Enrique Peña Nieto.
Le queda entonces el Senado, donde se deciden los juicios políticos y las investigaciones contra funcionarios. Calderón sabe que en 2012 habrá un enorme reclamo para que se investiguen las atrocidades de la guerra contra el narco, y a menos de que tenga a sus peones en el Senado, corre el riesgo de que lo enjuicien.
Es por eso que la lectura que se le ha dado al hecho de que Lozano, Vega Casillas y Gil Zuarth vayan por senadurías sea en realidad un intento desesperado por Calderón por tener salvavidas cuando termine el sexenio; alguien que pueda operar a favor de sus intereses si fuera necesario.
Lozano Alarcón y Vega Casillas son los únicos dos funcionarios que estuvieron en el gabinete de Calderón desde el principio del sexenio. Lonzao, en particular, fue uno de sus principales peones de ataque en casos como el de Luz y Fuerza del Centro y Mexicana de Aviación.
Y sobre Gil Zuarth, bueno, recordemos el jocoso incidente en la comisión permanente del congreso en el cual el senador Ricardo Monreal dijo que era lamentable que hubiera legisladores jóvenes que fueran lambiscones del presidente. Gil Zuarth de inmediatamente se puso el saco.
Claro, falta que los tres realmente puedan ganar elecciones por voto popular. Algo que cada vez resulta más difícil para el PAN.
Por eso mejor AMLO y Martí 2012.
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