miércoles, 14 de diciembre de 2011

Grecia, resistencia: "No pago" por Alex Corrons

El movimiento YO NO PAGO llega a España importado desde Grecia

Tras el gran éxito en Grecia, el movimiento YO NO PAGO, es importado al estado español, en forma de insurrección económica ante los recortes sociales que se nos vienen encima. Una encuesta señala que más del 56% de los griegos aprueba esta forma de protesta, frente al 39% que no la apoya.


Den Plirono (Yo no pago) es un grupo que surgió el año pasado a raíz de subir el precio del transporte un 40% en Grecia, y que organiza sus acciones en internet a través de redes sociales. Su campo de acción son el metro, las estaciones, las autopistas… donde bloquean las máquinas de pago ante la permisividad de l@s emplead@s. Se impone la acción directa y la desobediencia civil en el país heleno… a ver lo que tardamos en España en actuar (el PPSOE hace todo lo posible por fomentar iniciativas como ésta).

Además de los "Yo no pago", empiezan a proliferar comedores populares, bancos del tiempo, tiendas de trueque, gente que "trampea" la luz, etc etc… ingenio y picaresca griega para pasar el trago…

Para millones de griegos que no llegan a fin de mes debe de ser una satisfacción estar en la cola de la autopista y que unos chalados levanten la barrera para que todo el mundo pase gratis. Son el grupo '`Yo no pago!' (Den Plirono), una de las últimas e imaginativas respuestas a la crisis en Grecia .

Surgieron el año pasado a raíz de la brutal subida del 40% en el precio del transporte. Se organizan por Internet y convocan acciones festivas en el metro, las estaciones o las autopistas. Llegan con sus banderas amarillas y bloquean las máquinas de pago. La respuesta de los empleados, en general, es dejarles hacer, pues también ellos sufren y les comprenden.

Este tipo de iniciativas, pegadas a la vida cotidiana, ha sustituido como rabieta civil a la gran movilización de los Indignados, que ocupó la plaza de Syntagma, frente al Parlamento, de junio a agosto. Al final había cierto agotamiento, reconocen algunos de los acampados.
"Seguir allí se convirtió en una fijación, en un fin en sí mismo, que consumía toda la energía. Al final sólo se quedaron los que no tenían donde ir o nada que hacer, había mucho 'friqui'", explica con sinceridad Christina, que trabaja en una tienda. Los Indignados siguen coleando, mantienen su web y organizan asambleas en Syntagma, pero es un fenómeno latente.

Atenas necesitaba una pausa. Ha habido tres semanas sin recogida de basuras o 22 días de huelga de taxis en agosto, para horror de los turistas, por el plan de liberalización de profesiones, que también afecta a abogados o dentistas. La gente ahora ejerce resistencia a pequeña escala. Por ejemplo, con la factura de la luz, que esta semana incluye por primera vez la famosa tasa por metro cuadrado de casa. Aplicando lo mínimo, cuatro euros, a una vivienda de 50 metros salen 200 euros.

Pero si no pagas te cortan la luz. Las oficinas de DEI, la compañía eléctrica pública, tienen colas enormes estos días para protestar.

Pero hay otra solución, incluso si llega la interrupción de la electricidad. Vídeos colgados en Youtube explican cómo manipular el contador o engancharse a la corriente. Es más, hay un grupo subversivo de empleados de DEI que, por solidaridad y en plan Robin Hood, la restablecen de forma clandestina a los ciudadanos. Su lema, 'Ninguna casa sin luz'.

Tampoco hay un solo colegio con libros, que tradicionalmente suministraba el Estado. Ahora se ha enviado un CD a cada centro con el material para que se copien o impriman. Aunque en muchas escuelas tampoco hay calefacción y los padres hacen colectas para comprar desde los lápices al papel higiénico.

La solidaridad y el ingenio son valores en alza. Hay comedores populares, bancos del tiempo donde se intercambian horas de servicios con lo que sabe hacer cada uno. Se buscan ideas con charlas sobre la colectivización en Argentina o experiencias de otros países que han pasado ya por las penurias de una crisis salvaje.

Este movimiento ha decidido no rascarse el bolsillo por el transporte público, ni por los peajes de las carreteras. Los activistas de este movimiento viajan sin billete, taponan las máquinas expendedoras o levantan las barreras de los peajes. Publican fotos en su web y animan a seguir su ejemplo.

Y lo cierto es que está cundiendo. Una encuesta elaborada por MRB señala que más del 56% de los griegos aprueba esta forma de protesta, frente al 39% que no la apoya.
Iniciativa contagiosa

El número de pasajeros que opta por viajar gratis ha aumentado hasta rozar el 40% en los autobuses y hasta un 15% en el resto de los medios de transporte, según estimaciones oficiales recogidas por Efe. Y las empresas concesionarias estiman que entre un 15% y un 18% de los conductores no pagan los peajes, frente al 6% que lo hacía hace menos de un año. "Hablamos de unos 8.000 usuarios al día", afirman desde Nea Odos, una compañía que opera una de las autovía en el país.

El encarecimiento de las tarifas en el transporte urbano, que oscilan entre el 28% y el 80%, y también en los peajes ha elevado el tono de las acciones, que se han culminaron el pasado 1 de marzo en una manifestación que llegó a las puertas del Parlamento. "¿Pagar 1,40 euros por un billete? Es una subida del 40% cuando todo lo demás baja: sueldos, pensiones, ayudas", indica a Reuters Maro Fassea, un consultor de TI de 48 años de edad.

Desde que Grecia puso en marcha las medidas de austeridad para recortar el déficit y cumplir con las exigencias de Bruselas y el FMI, los empleados públicos y los jubilados han visto rebajados su salarios y pensiones. Además, impuestos como el IVA se han elevado al tiempo que sufren también el repunte de la inflación. La consecuencia es, según indican algunos economistas, una pérdida de hasta el 25% de su poder adquisitivo.

La consecuencia es que son ya miles las personas que piden que sea "la plutocracia" la que pague la factura de la crisis y exigen que se luche contra la evasión fiscal para tapar agujeros en el presupuesto estatal. "Vivimos en un régimen de Junta dentro de la Democracia que recibe órdenes de los constructores y de los bancos", declaró a Leonidas Papadópulos, portavoz del comité nacional "Den Pliróno".
Peajes

En el caso de las autopistas, cada vez son más los ciudadanos que deciden levantar las barreras del peaje, a pesar de la presencia de vigilantes. El fenómeno se ha extendido tanto que el Gobierno quiere endurecer las multas hasta los 200 euros.

Hace un mes Apostlos Gletsos, el alcalde de la localidad de Stilidas (Grecia Central), afectada por un caro peaje y sin ruta alternativa para ir a los pueblos del entorno, derribó con una excavadora el puesto de peaje. Fue detenido y tras ser puesto en libertad sus paisanos lo recibieron como un héroe.

Algunos analistas, como el columnista griego Yorgos Kitsos, han aprovechado este movimiento para criticar a las empresas concesionarias, ya que entre además del derecho a cobrar peaje recibieron del Estado entre el 50 y el 80% del dinero de las obras para construir las autopistas.

Las empresas concesionarias han declarado a los medios que el peaje es esencial para financiar las obras y ponen como ejemplo que en la autopista entre Atenas y el puerto de Patras -de 200 kilómetros- más de un millón de conductores se han negado a pagar en los últimos dos años, lo que equivale a pérdidas de 100 millones de euros.

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