De acuerdo con Reforma, Gabriela López, dueña del restaurante Máximo Bistro, ubicado en Tonalá 133, en la Colonia Roma, declaró que Benítez Treviño llegó al sitio sin reservación alrededor de las 15:00 horas del viernes, pero como el lugar estaba lleno, le pidieron que esperara para que se desocupara una mesa.
En media hora se desocupó una mesa afuera, pero la dueña del restaurante se la dio a unos comensales que la habían pedido con anterioridad para que pudieran fumar.
El resultado fue la hija del titular de Profeco se molestó, diciendo que ya le tocaba a ella y que también quería mesa afuera.
"La señorita se molestó, dijo que a ella ya le tocaba y que ella también quería afuera. Le expliqué que teníamos que seguir el orden y que le podía ofrecer una mesa adentro, y me empezó a amenazar y me dijo que su papá era el Procurador y que le iba a hablar y que a ver a quién le creían más", dijo la dueña del restaurante.
Además aseguró que haría que clausuraran el local y se fue.
"Me dijo que nos iba a mandar una revisión de la Profeco porque su papá era el Procurador", agregó la dueña del restaurante.
Y en efecto, tres horas después llegaron tres inspectores de profeco y colocaron tres sellos de clausura por presuntas irregularidades en el sistema de reservaciones -por no tener un aviso afuera de cómo se toman las reservaciones y el tiempo de espera- y por el mezcal que vende el restaurante.
"Me querían clausurar el establecimiento con el argumento de que el mezcal sólo puede tener una especie de agave, que es el espadín, y como yo en mi carta tengo mezcales de otro tipo de agaves me dijeron que no puedo estar haciendo eso y que por eso me iban a clausurar", dijo la dueña.
Benítez González, por su parte, escribió en Twitter (@AndyBenitezz) sobre el restaurante:
"Pésimo servicio, no tienen educación... No volvería nunca."
Lo que salvó al restaurante de ser clausurado fue el hecho de que los comensales se molestaron por lo que estaban haciendo los inspectores y empezaron a grabarlos con sus celulares.
El resultado fue que los inspectores suspendieron la colocación de los selos y salieron corriendo del lugar para subirse a su camioneta e irse.
Pero los comensales y los meseros salieron tras ellos y los alcanzaron para reclamarles.
Además, llegó la policía del DF al lugar y el abogado del restaurante pidió que detuvieran a los verificadores, pero ellos se encerraron en la camioneta y esperaron a que llegara personal del jurídico de Profeco. Cuando llegaron, entonces sí se bajaron de la camioneta y regresaron a la prepotencia aunque la clausura fue irregular.
"Todo esto es a raíz de la inconformidad de una niña que no le pude dar la mesa que ella quería, a la hora que ella quería, y pues así es este País, las personas con influencias pueden hablarle a su papi y arruinarte la tarde", dijo la dueña del lugar.
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